Mi perro Max
Hace tiempo conocí a un gran amigo llamado Max. Si! mi perro rottweiler, caracterizado por ser un canino encantador con el compartí algunos años a su lado que jamás olvidaré.
Con su carácter muy peculiar, Max, acostumbraba menear su corto rabo de un lado a otro al vernos cada mañana luego de escuchar el silbato u otra seña. Él siempre atento ante cualquier movimiento su ladrido era de esperar y al darse cuenta de nuestra presencia con su gesto (no sé como explicar) hacia darnos cuenta de lo que pasaba, a veces eran tonterías pero ese es su instinto.
Mi gran amigo tenía unos juguetes fuera de lo común, que a diferencia de otros perros no jugaba con regalitos de tiendas de mascotas, sino que tenía su propio balón de baloncesto, una bola criolla (que siempre la tenía entre su mandíbula, "¡en serio!") y le gustaba espichar el caucho de la bicicleta. Después de cada jornada, con su cansada y larga lengua afuera, caminaba hasta el jardín del hogar para que lo bañaran, no le temía al agua, al contrario le gustaba bañarse.
La relación del animal-humano es impresionante, y más con este tipo de raza al que muchas personas temen por el simple hecho de crearse un concepto propio de "agresión", pues no es más que errado término al que le atribuyen a estos perros molosoide. Según yo, encontré en Max características peculiares a las que debo confesar fueron amigables. Cómo olvidar los momentos cuando se echaba entre las piernas, cuando estaba con nosotros en el cuarto o dentro de la casa, cuando quebró el adorno de flores de vidrio, cuando entró lleno de lodo y ensució la casa, cuando destrozó el asiento de mi bicicleta, "sentado Max (sit)" se sentaba y daba la pata, entre otras cosas que hacía y las que pudo haber hecho.
Max cayo enfermo, no sabíamos lo que tenía (...) Amaneció y ahí estaba tendido, no podía creer lo que vi, tirado en el suelo estaba abrazandolo por última vez. Despertar y no ver a Max echado en su lado es deprimente, "juego con la imaginación de hacerme creer que está ahí, cerca de mi, para mover su cola". Hoy, ya no está con nosotros, bastó el dolor y las lagrimas para despedirlo como mi ejemplar perro que jamás voy a olvidar y siempre te recordaré.
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